miércoles, 2 de diciembre de 2015

Dedicado a quien una vez fue y a quien no quiero ser.

¡No me dejéis no ser yo!

Pues he visto la muerte en un cuerpo que hace algún tiempo rebosaba vida,
He notado la impasibilidad en quien magnificó cada minúscula emoción,
Porque he sufrido el deterioro imparable de quien me contagió de vida con aquellas canciones de cuna, mecidas por una voz que se ha apagado casi tan rápido como su expresión, colmada ya de ausencia.


Porque me he negado repetidas veces a darla por desconocida, y en mi absurdo empeño he buscado en el fondo de sus ojos algo que me recordara a ella, topándome todas las veces con la misma barrera irrompible: El vacío

Porque también he vivido, casi sin percatarme, la rapidez con la que el reloj ha anulado su ser, arrebatándole una esencia que ya sólo vive en el recuerdo.

Y porque harta de no encontrarla, sólo me queda aferrarme a los rescoldos de mi memoria, donde aún es ella, y pedir, y suplicar, e incluso exigir que nunca me dejéis no ser yo.

Que yo sólo quiero amar hasta la locura, estallar, sufrir. Deseo que el calor me haga arder y que el frío congele mis huesos. Quiero que se me erice la piel con esa melodía para después cantarla como si fuera la última entonación de mi garganta. Anhelo la alegría, las carcajadas, las sonrisas que salen del alma, el dolor e incluso la histeria en sus máximas expresiones.
Yo no seré otra víctima más de la muerte en vida ni arrastraré mi existencia hasta el más triste de los sinsentidos. Por eso, que el vacío me sorprenda viviendo como vive quien no cree en el futuro, y ese día, abridme los ojos frente a mi reflejo y cuando no me reconozca...

Recordadme que no me deje no ser yo.

jueves, 24 de abril de 2014

Vivencias/Demencias



Vuelvo aquí por ese silencio que me caracteriza cuando se trata de pregonar mis tormentas.
Nadie más que este espacio las conoce o las ha visto, y probablemente nadie lo hará.
Quizás alguien se haya atrevido a intuirme, pero soy consciente de mi opacidad sentimental, característica que a veces odio y el resto agradezco.
Durante este lapso he seguido alimentándome del momento, pues de algún error aprendí que el refugio del pasado sólo sirve para matarnos mental y lentamente.

He mantenido mi escasez de lágrimas físicas, pero mentiría si dijera que no he llorado por dentro en alguna ocasión. Y aún me sigo preguntando a dónde irá a parar el llanto enjaulado, dónde desembocarán esas lágrimas. Quizás en los sueños del culpable, tal vez sólo sean un aliciente para mi locura futura.


He probado pieles ajenas que sólo me han supuesto una experiencia más, bastante lejos de ser triunfos, demasiado insípidas para tacharlas de fracasos.

Delirios continuos, a veces planeados, otras veces irrefrenables.
Novedades que traen la primavera a la cama, el sol calentando las paredes.
Sacar la primavera de la cama y adentrarse en el mar.
Sentir un pinchazo de vida por cada rayo de sol clavado.
Y algunos puntos suspensivos.
Si me despidiera ahora, estaría incompleta, pues no he mencionado aquella piel que probé y con la que sí me hubiera arriesgado, que lejos de ser fracaso podría haber sido el mayor triunfo si realmente hubiera sido mía alguna vez.


A veces no queremos ponerle nombre,
Y de tanto callar,
El silencio acaba matando todo aquello que acunamos.

domingo, 9 de febrero de 2014

Febiembre.


De noviembre a febrero.



Ya me acostumbré a llover por el alma, a la sequía en el lagrimal.
Y todos mis semáforos han estado en ámbar. Un gran inconveniente,
cuando dudas si pasar o dejar pasar.
Sintiendo de cerca, y amando de lejos.
Acercando el sexo, alejando el tedio.
Quizás mi actitud me defiende, aún cuando nadie me ataca.
La misma que me aturde si alguien me ama.
Hablo de amores prolongados, los mismos que evado.
Pues sí, yo también he amado.
Desconozco si mejor o peor que tú
Y reconozco que de forma intensa y breve,
como casi todo lo que merece ser vivido.
Intuyo que te preguntas si me sigue gustando el ruido
de esta perpetua estación, colmada de entradas
y salidas. Si aún me descifras, sabrás la respuesta.
Sigo buscando la lógica y amando simultáneamente al sinsentido.
Y sigue pasando que a veces,
De tanto quererlo todo, acabo con nada en las manos.
¿Aún le temes al paso del tiempo tanto como lo hacíamos cuando sucedimos?
Porque sí, sucedió que caímos, pero en tu colchón
y nos pintamos madrugadas en la piel, en forma de caricias.
Y ya los días no nos gastaban, nosotras los devorábamos.
Ý sucede que callo y quiero hacerte gritar una vez más, mientras
escucho el impasible silencio de mi almohada.
Revolcarme contigo, por última vez, hasta que la fricción duela
tanto como la despedida de dos amantes que se quieren de lejos,
mientras alguien se nos acerca.




lunes, 2 de diciembre de 2013

Paréntesis.


Así te pienso, como un sueño sin cumplir.
Y no porque no desee hacerte realidad, sino porque son los sueños no realizados los que nos acunan bajo las sábanas. Y no me apetece dejar de alimentarme de ti, hoy no.
Tampoco me apetece apostar por cuánto tardaremos en olvidarnos cuando nos cumplamos.
Mientras, dejo de debatir entre lo ético y lo necesario, entre lo moral y lo humano, para suceder las noches entre papeles donde te inmortalizo, los mismos que hago arder antes de que puedas intuirlos.
Y sí, yo también ardo cuando pienso que sucederás.
Así que, si me ves impasible piensa que sólo estoy alargando el incendio.

Y si vienes a incendiarme, no pienses y enciéndeme.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Efectos de noviembre. Vol I


Mientras el invierno espera acechante en la esquina más próxima, fluye la necesidad de exponer los restos de todos mis naufragios.
 Y así es como la carne deja paso a la miseria, y el momento a la memoria, y la memoria a lo que olvidamos por el camino.
Y camino a tus caderas, que prometían la gloria, olvidé que mi naturaleza volvería a reclamarme, una vez más, tentándome a aullar a las noches más frías y mecerlas entre letras y humo denso.

Podrías ser la noche más oscura, el sabor más dulce, La huida más arriesgada, el sonido más melódico, la piel más suave y el sexo más pleno, y no me impedirías escapar.
Mientras el miedo se camufla, residente en tu mirada más
lasciva, permito intuir mi pronta desaparición. 
Y así es como dejo de buscar mi propia cura y te coso las cicatrices con saliva, y nos lamemos las heridas y la piel, aunque sepamos que quizás, sea esta la última vez.
Y camino a alimentar a mis fantasmas en la huida, que prometen el mismísimo averno, recuerdo cómo me gustaba despertar en tu boca, una vez más, adueñándome de un presente tan sombrío como incierto.

Fuiste el pecado más cometido, el destino más deseado,la pieza más simétrica, el astro más fugaz, la locura más exquisita, la droga más adictiva y eres y seguimos siendo nada.



lunes, 15 de julio de 2013

Tregua de confines.



Que podrías pensar en el sadomasoquismo
por aquello de que puedo llegar a encontrar placer en el dolor físico,
si lo comparas con los males del alma.
Que podrías contemplarme lejana, como un témpano de hielo,
por eso de que ya nunca recuerdo cómo se lloraba,
y a veces preciso el nacimiento de lágrimas que rieguen traumatismos,
liberando presiones existenciales de mentes conexas y universos decadentes.

Que puede asfixiarte el hábito, pero, ¿Acaso nunca has sentido la opresión del vacío?
Mi vacío se llena con vorágines encendidas por las metas que me marco.
Objetivos que poco se parecen a la trivialidad y que rara vez se me quedan a medias.
Medias tintas cuando se trata de ponerle el bozal a mis caprichos,
pues a nadie le debo más que a mi propia identidad.
Créeme, esto no quiere decir que no me afectara tu estallido,
Pero la venganza puede medirse en vaivenes
Y mis conflictos intrínsecos son más fuertes que tus bases.

Aquí tienes mi compasiva tregua, para huir allá donde ya no supongas un límite más a todas mis apetencias.






viernes, 12 de julio de 2013

No me recomiendo.




No es mi necesidad de escapar, es la desgana de fingirme indolente mientras te veo marchar.

Porque te irás, como todas esas sombras que prometían su rendición, y que acabaron en turbias diapositivas que ya no me visitan el insomnio.

No es ningún placer encontrarme, cuando antes de buscarme te averiguo sin querer.
Como esos acertijos que me recuerdan a tiempos en los que invocaba al equilibrio, ahora sospecho que él me tiene en busca y captura,
y que en un momento preciso, las agujas del reloj dejarán de acecharme por la espalda y se clavarán en mi sien, enviándome directamente al averno.


Créeme, haré lo posible por frenar la hecatombe, aliándome con la destrucción antes de que la desidia se apodere de cada uno de mis sentidos, antes de que la nostagia haga conmigo lo que el otoño predica por las ramas de los árboles.

Soy presa de la más pura contradicción, pregonera de los errores más triviales y divulgadora de la irracionalidad como el verdadero aliciente del alma.
Quizás ahora comprendas el enigma de porqué me negué a avanzar.

No es mi necesidad de escapar, es la duda eterna de tentarme a abandonar.