Mientras el
invierno espera acechante en la esquina más próxima, fluye la necesidad de
exponer los restos de todos mis naufragios.
Y
así es como la carne deja paso a la miseria, y el momento a la memoria, y la
memoria a lo que olvidamos por el camino.
Y
camino a tus
caderas, que prometían la gloria, olvidé que mi naturaleza volvería a
reclamarme, una vez más, tentándome a aullar a las noches más frías y mecerlas
entre letras y humo denso.
Podrías ser la noche más oscura, el sabor más dulce, La huida más arriesgada, el sonido más melódico, la piel más suave y el sexo más pleno, y no me impedirías escapar.
Mientras el
miedo se camufla, residente en tu mirada más
lasciva,
permito intuir mi pronta desaparición.
Y así
es como dejo de buscar mi propia cura y te coso las cicatrices con saliva, y
nos lamemos las heridas y la piel, aunque sepamos que quizás, sea esta la
última vez.
Y
camino a
alimentar a mis fantasmas en la huida, que prometen el mismísimo averno,
recuerdo cómo me gustaba despertar en tu boca, una vez más, adueñándome de un
presente tan sombrío como incierto.
Fuiste
el pecado más cometido, el destino más deseado,la
pieza más simétrica, el astro más fugaz, la locura más exquisita, la droga más
adictiva y eres y seguimos siendo nada.
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